Nuestro primer contacto con ella fue en la mítica gala lírica de mayo de 1991. Después de inaugurar el Teatro de la Maestranza con un concierto sinfónico, nos tocaba bajar por primera vez al foso para acompañar a un buen puñado de estrellas de la lírica de nuestro país. Entre ellas, Teresa Berganza. Era la primera vez que en el nuevo teatro de nuestra ciudad sonaban voces líricas, después del piano de Rafael Orozco, una semana antes.
La Carmen por excelencia, nos demostraba poco tiempo después su humildad y cariño en nuestra primera crisis tras la Expo. Por aquel entonces comenzaba a visibilizarse el poco interés político por mantener la excelencia de una orquesta sinfónica como la nuestra a la que se dejaba en la asfixia económica por primera vez. Y ella se ofreció para celebrar un recital benéfico y aliviar así las cuentas de nuestra orquesta.
Desde entonces fue nuestra Teresa y hoy se nos ha ido. Sabiendo que su gran apoyo a nuestra orquesta no fue más que el vaticinio de un auténtico calvario económico desde entonces, un año tras otro. Un camino repleto de piedras en el que las bonitas palabras de los políticos de turno nunca se corresponden con sus acciones.
Siempre estarás en nuestros corazones, querida Teresa.
La plantilla de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla