sábado, 5 de noviembre de 2022

CODALARIO: «RELANZAR LA REAL ORQUESTA SINFÓNICA DE SEVILLA» por Álvaro Cabezas

Foto: ROSS

YA NO SE TRATA DE SALVAR LA ROSS, SINO DE RELANZARLA ARTÍSTICAMENTE

Artículo de opinión de Álvaro Cabezas sobre la actual situación de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. 

Publicado en la revista de música CODALARIO

3 de noviembre de 2022

Artículo original en ESTE ENLACE


Los músicos de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla han anunciado recientemente que ofrecerán un concierto-protesta en la segunda mitad de noviembre con el objetivo de visibilizar la precaria situación artística y económica por la que atraviesan. Las reclamaciones planteadas a políticos y gestores culturales son cubrir las 13 plazas que permanecen vacantes en la plantilla, la recuperación de un alto porcentaje de depreciación de sus salarios y, también, poder gozar de una nueva gerencia que frene la notable infrafinanciación que aqueja a la Sinfónica desde hace años (actualmente tiene el mismo presupuesto que en 2007), además de solicitar una mayor involucración de la dirección artística en cuestiones que excedan, stricto sensu, la realización de la temporada de abono.

El inicio de curso no ha supuesto un camino de rosas: en el Teatro de la Maestranza la Sinfónica ha ofrecido tres semanas con programas de abono en cuatro meses –quizá demasiado espaciados en el tiempo–, pero, al menos, este coliseo garantizaba unas condiciones acústicas adecuadas, muy distintas, desde luego, de las de otros enclaves en los que la orquesta se ha visto obligada a actuar para atender determinados compromisos ajenos al ideal de calidad artístico. Me refiero a los dos actos con los que comenzó su actividad tras el parón veraniego: primero el concierto ofrecido en Sanlúcar de Barrameda y que no fue más que un adeudo político encuadrado en los actos de celebración del V Centenario de la Primera Vuelta al mundo –donde hubo fallos en la organización relacionados con la seguridad y la salud y «donde se han superado niveles inimaginables que han ocasionado la indignación generalizada de la plantilla, considerando esta actuación un grave insulto a su prestigio desde el punto de vista profesional y artístico», según declararon músicos de la orquesta en un comunicado publicado en el blog «La ROSS desde dentro». Segundo, la actuación en la que sirvieron de apoyo a Plácido Domingo en un gala celebrada en la Plaza de Toros de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla, donde ni siquiera la ROSS fue anunciada en el cartel del espectáculo. Artísticamente sirvieron entonces de alfombra con la que tapar el declive de un coloso de la música.

En Sevilla era frecuente durante la década anterior que la Sinfónica fuera noticia todos los veranos por el riesgo de disolución que la atenazaba cíclicamente como una espada de Damocles. Hubo verdadero riesgo durante la última parte del mandato de Pedro Halffter como director y en los primeros años de su sucesor, John Axelrod. Hoy esa no es la preocupación general, pero sí sería importante señalar a los representantes políticos que integran el Consejo de administración de la orquesta que en el terreno cultural no basta con mantener, sino con hacer crecer con el fin de llevar la máxima calidad a los usuarios de esta suerte de servicio que no son otros que los melómanos que durante más de treinta años se han mantenido fieles y renovándose en los votos de compromiso con la ROSS. «El gran proyecto de 1990 que creó las orquestas andaluzas se está dejando morir», opina Miguel Domínguez, portavoz del comité de empresa de la orquesta, quien señala, por ejemplo, que los profesores de orquestas de ciudades con nivel cultural homologable a Sevilla, o incluso los profesores de la Banda Sinfónica Municipal de Sevilla, dependiente del Ayuntamiento, perciben un salario significativamente superior. En todo esto no hay ninguna novedad: simplemente se reivindican los acuerdos recientes previstos para el periodo 2022-2024 entre las administraciones que financian el conjunto, que, entre otras cuestiones, obligan a ampliar el número de conciertos (se llegó a 17 ó 18 programas de abono en temporadas pasadas, frente a los 12 actuales), desarrollar la proyección nacional e internacional de la orquesta con giras y actuaciones en nuestro país y fuera de él, contar con solistas y maestros de relieve y, por último, avanzar en el convenio de colaboración e intercambio de servicios con el Teatro de la Maestranza con el objetivo de diseñar las siguientes temporadas «con fechas razonables y suficientes».

Nada de lo anterior está progresando y un año después de iniciarse la negociación colectiva ha llegado el momento, a juicio del comité de empresa, de poner el foco en la búsqueda de soluciones urgentes, antes que en otros proyectos en los que la actual gerencia de Pedro Vázquez ha volcado todas sus fuerzas desde el inicio de su contrato en septiembre de 2020. Efectivamente, durante este tiempo se han producido algunas mejoras significativas como la contratación de la concertino titular tras años de espera y de los maestros Plasson y Soustrot como directores honorarios y titular sin permitir la participación de la plantilla orquestal en el proceso, tal y como hacen grandes formaciones internacionales. En el debe del gerente están proyectos sociales y educativos como Luna, ROSS TV o La ROSS Joven que no han fructificado como se pretendía o que se han desarrollado sin la participación de los profesores de la orquesta, obviando lo cualificado de su consejo y la mucha experiencia en el terreno de la enseñanza musical que atesoran estos profesores, incluso ocultando los datos relativos al coste y producción de estas iniciativas. Con una pretensión más mediática que de proyección artística, estos llamativos frutos de Vázquez (que ha recibido dos demandas de personal administrativo por cambios sustanciales en la organización), no han sido más que la transferencia de prácticas desarrolladas anteriormente por él en otros puestos de responsabilidad. Habría que recordar que el actual gerente ganó un concurso público convocado al efecto para ocupar un puesto que había permanecido vacío desde la renuncia de Remedios Navarro en 2016 y, posteriormente, desde la dimisión de Axelrod como consejero-delegado de la formación en 2018 –realizando en cada ínterin Rafael Soto una labor económica encomiable–,y que en el proyecto con el que ganó su elección se prometía solventar todas estas cuestiones.

Dos años después es evidente que la gestión de Vázquez ha supuesto un estrepitoso fracaso, no solo por haber imaginado ocultar los problemas financieros con el velo del triunfalismo en las redes sociales de la orquesta –«Presume de Orquesta», «Regalo de una noche inolvidable» o «Noche mágica», son algunos de los extravagantes lemas utilizados por agentes externos a la misma en los canales oficiales–, sino por menoscabar el prestigio artístico del conjunto musical con el diseño de una temporada –la pasada–, que confundió los espacios y los ciclos donde se anunciaba la ROSS al diversificar el abono sinfónico en el Teatro de la Maestranza en uno llamado Gran Sinfónico y otro titulado Solistas y Maestros, además de ofrecer otro más reducido, llamado Las noches del Lope, en el Teatro Lope de Vega –de mala acústica y que constreñía a la orquesta en un repertorio que demandaba un menor número de músicos–, y por otra parte, dividiendo las actuaciones de cámara en dos ciclos –la ROSS in camera y Música de Cámara–, que tenían lugar en el Espacio Turina del Ayuntamiento de Sevilla. Todo esto en un periodo en el que se salía, aún con lentitud, de la pandemia, provocó la desorientación del público y que las salas estuvieran medio vacías. La presente temporada, de hecho, es una enmienda parcial de la anterior ya que reúne programas de gran formato sinfónico y focalizados en un mismo espacio y que, fatalmente, no ha podido iniciarse con la presencia de Vázquez, en situación de baja laboral, circunstancia que perjudica irremisiblemente la gestión y que obligará, próximamente, a su sustitución. Las conferencias preconcierto no han podido celebrarse en los primeros tres programas de abono, y, salvo algún encuentro con solistas con muy escasa asistencia, tampoco algunas de las actividades pensadas para el proyecto La ROSS Joven. No obstante, los compromisos establecidos en este curso han de seguir adelante y la agenda de las fechas futuras tendrá que decidirse en los próximos meses, por lo que es necesario que alguien se ponga frente al timón y prevea el porvenir de la formación.

Teniendo en cuenta que las demandas tradicionales de la orquesta han encontrado poco eco fuera de los propios medios de información internos de la misma –desde luego no se han reflejado en los oficiales y tan solo un periódico local y un candidato municipal han reparado en la delicada situación que vive la formación en este inicio de temporada–, la orquesta volverá a lucir los lazos verdes y a poner de manifiesto con la música en el concierto-protesta que se celebrará en un par de semanas las preocupaciones de unos profesores temerosos de que una orientación errática merme la calidad, trabajo y prestigio conseguido tras tantos años de grandeza y excelencia musical en Sevilla, declarada Ciudad de la Música en 2006 por la UNESCO. El problema no tiene fácil solución en una sociedad tan voluble como la vivimos tras la pandemia, en la que la cultura ocupa un espacio mucho más reducido que el del entretenimiento personal, que se puede vivir en casa y gracias a Internet y a las plataformas. ¿Cuáles son los atractivos que puede aprovechar un amante de la cultura al desplazarse hasta la orilla del Guadalquivir y pagar su entrada para escuchar música culta de manos de una orquesta como la ROSS? ¿Qué anima al melómano que la conoce desde antaño a renovar su compromiso en un momento de inflación disparada y de evidentes nubarrones económicos? ¿Cómo puede competir la orquesta con la diversificada programación que ofrece el mismo Teatro? ¿Acaso hay público para todos o, por el contrario, tendremos que descansar definitivamente en el turismo que parece poblar grandes espacios culturales de la ciudad, pero no, desde luego, el patio de butacas del Maestranza? El reto es enorme para todos: administraciones, gestores, músicos y público, pero para afrontarlo con seguridad es necesario tener un ideal que cumplir y valentía para llevarlo a cabo.